Eclipse total de sol en el equinoccio: un evento único para dar a luz a la primavera
TODO LO QUE NECESITAS SABER PARA VER Y DISFRUTAR DE ESTE EXTRAORDINARIO EVENTO ASTRONÓMICO Y, POR QUÉ NO, TAMBIÉN ASTROLÓGICO. ESTE 20 DE MARZO DEL 2015, EQUINOCCIO DE PRIMAVERA, SIGUE LA TRANSMISIÓN DEL ECLIPSE.
Este 20 de marzo se presenta una celebración astronómica sumamente inusual: un eclipse de sol total el mismo día que el equinoccio, el primer día de la primavera en el hemisferio norte (otoño en el sur). El eclipse total podrá apreciarse en el Ártico y de manera parcial a lo largo de la mayor parte de Europa, el Norte de África y partes de Asia (en América tendremos que “sentirlo” solamente, si acaso, o verlo por Internet).
La co-ocurrencia es bastante rara. La última vez que el equinoccio vino acompañado de un eclipse total de sol fue en 1662 (hubo un eclipse parcial de sol en 1681). Sin embargo, este eclipse estrena un nuevo patrón geométrico en los movimientos celestes, y se repetirá en intervalos de cada 19 años: tendremos 4 eclipses en el equinoccio en el siglo XXI. Como todos los eclipses solares, ocurrirá en luna nueva y estaremos transmitiendo los diferentes streamings, desde distintos puntos del planeta aquí a partir de las 8 am GMT del viernes.
En el equinoccio (aequs nox: noche igual) el día– en casi todo el mundo, salvo en los polos- dura casi exactamente igual que la noche y la salida del sol se alinea exactamente con el Este y la puesta del sol con el Oeste. El equinoccio es el más preciso marcador del tiempo en la naturaleza.
Históricamente el equinoccio vernal es una de las grandes fiestas religiosas (ahora paganas), celebrado por las más diversas culturas. En la mayoría de ellas, al coincidir con la llegada de la primavera y el inicio del año astrológico (la entrada al signo de fuego Aries), se celebra la renovación y la revitalización que significa el incremento de la luz: el sol que asciende en el cielo desde su muerte simbólica en el solsticio, recobrando su fuerza e irradiando el espíritu de la vida a la tierra. La Pascua, según estableció el Primer Concilio de Nicea, originalmente se celebraba el primer domingo después de la primera luna llena posterior al 21 de marzo o ese mismo 21 de marzo si fuera luna llena. Esto sugiere un sincretismo religioso entre la figura de Cristo y las religiones mistéricas, ligado a la fertilidad y a la adoración del sol (Cristo siendo una clara manifestación del sol) y la diosa madre.
Simbolismo y superstición
Para quienes gustan de ver en los movimientos celestes una correspondencia con la dinámica de la psique, y en cierta forma aderezar lo que es la pura física y geometría con un plano simbólico, resulta interesante conjugar el significado del equinoccio vernal con la forma en la que antiguas culturas veían los eclipses. John Milton, en Paradise Lost, parece sintetizar la visión antigua:
As when the Sun, new risen,
Looks through the horizontal misty air,
Shorn of his beams,or from behind the Moon,
In dim eclipse, disastrous twilight sheds
On half the nations, and with fear of change
Perplexes monarchs.
Looks through the horizontal misty air,
Shorn of his beams,or from behind the Moon,
In dim eclipse, disastrous twilight sheds
On half the nations, and with fear of change
Perplexes monarchs.
Los eclipses transculturalmente, entre los incas, los caldeos o los chinos, por citar sólo algunos ejemplos, eran considerados eventos malhadados, heraldos negros con los que había que tener mucho cuidado ya que podían ser los mensajeros de contrariedades y catástrofes. En China eran especialmente temidos por los monarcas y los astrónomos que no eran capaces de predecirlos incluso llegaban a ser asesinados.
Hay dos lecturas muy evidentes en este sentido. El eclipse remite a la imagen del sol siendo devorado y a la derrota de luz y de todo lo asociado con el astro rey (la palabra eclipse significa “abandono”: el hombre es abandonado por las fuerzas del cielo; el empreador chino, “el hijo del cielo”, es abandonado por su padre). Es una especie de micro-apocalipsis. Es una evento oscuro y negativo (pero no debe de tomarse sólo literalmente, es también otras cosas). Son varias las culturas que representan el eclipse como un dragón que se come al sol. Para evitar este proceso o quizás de manera ritual con un algo significado mítico, la tradición en China y en otro sitios dictaba que durante el eclipse la gente intentara espantar al dragón haciendo ruido con tambores y cacerolas. En algunos casos de llegaba hasta a disparar fuegos artificiales en un eclipse lunar. Este zafarrancho previo podría ser una representación ritual de los comportamientos extraños y la excitación que el mismo eclipse produce en ciertos animales, una especie de operación de magia simpática. En la India se asiste la lucha del sol, metiéndose al agua. Todo este bullicio de proporciones cósmicas –el eclipse– era visto por los tlaxaltecas como una pelea doméstica entre la pareja divina, el Sol y la Luna.
Asimismo, probablemente los eclipses eran considerados como indeseables por los monarcas, porque astrológicamente están vinculados con crisis, finales de era y cambios de ciclos. Son los heraldos negros de nuevos tiempos, algo que se ve reforzado en el caso de los eclipses solares por el hecho de que coinciden con la luna nueva, que es el tiempo de siembra y renovación, de los nuevos ordenes. A los emperadores no les suelen gustar los cambios y las amenazas misteriosas (el cosmos es más insondable que sus enemigos); prefieren mantener el orden establecido y quedarse bien arraigados a su trono.
Esta interpretación del eclipse como un marcador negro de una nueva fase en el aspecto cualitativo del tiempo esta vez encuentra un apoyo sincronístico (o sincromístico) con la llegada de la primavera. El eclipse iniciará a las 7:41 GMT y terminará a las 11:50 GMT teniendo su punto de mayor intensidad a distintas horas en distintos lugares; a las 22:45 GMT ocurrirá el equinoccio. Podemos decir, con cierta simpleza, que el eclipse trae la primavera.
Astrológicamente este lunes 16 se presenta la séptima y última cuadratura entre Plutón y Urano, lo que para los que siguen estas danzas geométricas de arquetipos es el evento astrológico que ha definido los últimos años, iniciando en junio del 2012 y supuestamente llenando el tiempo de dificultades, presiones y pérdidas. Así que aparentemente son buenas noticias, aunque no tan rápido ya que la intensa energía disruptiva de esta cuadratura se desvanecerá poco a poco, esto según dicen los astrólogos.
Mi forma de ver la astrología coincide con la visión de Richard Tarnas y de James Hillman, inspirada también en la visión de Jung, en la que los animales del zodiaco y los planetas son arquetipos que espejean y dan riqueza de significado a la vida del alma. Hillman señala:
Sencillamente, para mí la astrología devuelve los acontecimientos a los Dioses. Depende de imágenes tomadas de los cielos. Invoca un sentimiento politeísta, mítico, poético, metafórico de aquello que es inevitablemente real. Es la portadora, para la mentalidad popular, de la gran tradición que sostiene que todos habitamos en un cosmos inteligible, proporcionando así a las preguntas humanas respuestas más que humanas. Nos obliga a imaginar y a pensar en términos psicológicamente complejos. Es politeísta y por lo tanto va en contra de la mentalidad dominante de la historia de Occidente.
La belleza mística del eclipse
¿No es mucho más plausible que la naturaleza humana, en todas sus profundidades creativas y cumbres multidimensionales, surja de la verdadera esencia del cosmos, y que el espíritu humano sea el espíritu mismo del cosmos, tal como se modifica a través de nosotros y tal como lo representamos? ¿No es más probable que la inteligencia humana, en toda su brillantez creativa, sea en última instancia la inteligencia del cosmos, que expresa en ella su brillantez creativa? ¿Y que la imaginación humana se base en última instancia en la imaginación cósmica? – Richard Tarnas.
Personalmente el significado del tiempo me elude. Tampoco entiendo del todo el significado de un eclipse, aunque siento una mezcla de fascinación poética, terror cósmico y enigma. Escribir eso es un intento de acercarme a lo que sucede desde una mirada que prioriza la dimensión del significado a la dimensión de los hechos. Tal vez somos nosotros lo que proyectan al cosmos sus propias ideas e ilusiones –aunque siempre existe la posibilidad de que sea una transmisión bidireccional (y que la naturaleza y las estrellas estén vivas). De cualquier forma me seduce más la idea –primitiva o pagana o lo que sea– de ver en el cielo un dragón que devora el sol o mirar por un momento el fulminante “ojo de dios” en el cielo y pensar que tal vez el eclipse y el equinoccio y la luna nueva tengan ciertos efectos en mi psicodramáticos en el mundo, y no sólo ver el evento como un frío y mecánico hecho matemático que no tiene ningún efecto y no significa nada más que lo que es literalmente. Prefiero jugar y transmitir la posibilidad de que juguemos con los astros en el espacio metafórico, el viejo juego de pelota en el que las acciones de los hombres y las estrellas son resonancias y secretas conexiones. Y lo que vemos no es sólo lo que vemos es también otra cosa.
Por último para quienes sienten la repulsión escéptica ante el primer asomo de metafísica, queda la alternativa de todas formas de reencantar la experiencia, de vivirla en su más profundo sentido estético. Siguiendo la escuela de Carl Sagan, de la astronomía como mecanismo detonador del asombro cósmico y de la intriga ontológica. Un entendimiento de los fenómenos cósmicos desde el sentido doble de la la palabra cosmos, que significa tanto orden como belleza. Ser parte de este cosmos –ser cosmos que reflexiona sobre sí mismo– y reflexionar sobre lo que sucede y nuestro lugar en el gran esquema del universo, aceptar y disfrutar que realmente no sabemos. La belleza es lo que nos acerca a esa sensación de conexión y sentido cósmico –que las religiones llaman lo sagrado– pero que no necesitamos de dogmas o credos para experimentar. Sólo de una imagen, esa imagen inefable de la luna ocultando el sol.
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