miércoles, 26 de septiembre de 2012

Dicho esto podemos pasar a un recogimiento de nuestras personas, de
nuestras mentes. Estamos cómodas, nada nos preocupa, estamos unidas
por un lazo invisible, un lazo amoroso.
Nos damos las manos, formamos un gran círculo, nos traspasamos esa
información directa de corazón a corazón.
Nos resituamos toda s en un mismo nivel, nos equilibramos. Estamos
formando una cadena que abraza a todo el planeta, una cadena
energética de luz.
Todos nuestros pensamientos van desapareciendo. Nuestra mente
únicamente está pendiente de esa zona en el entrecejo, en el centro
mismo de nuestra mente, cual tercer ojo, y cualquier pensamiento que
aflora, ya sea de incomodidad, de angustia, de miedo, cualquiera de
ellos, no tiene cabida porque nuestro pensamiento está centrado en ese
punto. Ese punto en el que nada existe, porque nada es, pero que la
mente nos permite en él estabilizar nuestra situación.
Nuestras constantes se están tranquilizando. Nuestra respiración es
sosegada, apacible. Nuestro estado es de felicidad completa al saber
que estamos unidas por el amor de todas nosotras. Nuestra mente, pues,
obedece a los dictados de nuestro corazón. Conseguimos ese estado de
unidad, ese punto que nos une al infinito. Ahí descubrimos nuestra
realidad: ya no estamos solas, somos Todo, no hay nada bajo nuestros
pies, no existe la materia, nada existe. Únicamente nuestro
pensamiento de unidad.
De pronto nos vemos flotando en el espacio, sin nada, aunque podemos
observar, curiosamente, que estamos en algún sitio. Una parte de
nosotros está unida a través de todos los corazones. Podemos
observarnos, sonreír, mirar nuestras caras, nuestros rostros de
felicidad. Lo estamos consiguiendo: somos uno en la diversidad. Somos
capaces de conquistar nuestro interior, de descubrirlo, ahí estamos
unidas todas. ¡Qué fácil es vivir en armonía y en paz! ¡Cómo se abre
nuestra mente al infinito!, ¡cómo nos muestra el mundo real! Nuestro
mundo, nuestro hogar.
Ahora vemos nuestro cuerpo allá, en la tridimensionalidad, fatigado,
cansado, angustiado. Dejémoslo ahí, en ese punto, es nuestra parte
también, pero no necesariamente debe influenciarnos.
Ahí, en la nave, en este punto de encuentro, somos completamente
libres. Nos damos cuenta también de que estamos viviendo otras
experiencias. Uno está en un mundo, otro en otro. Uno está con una
familia, otro con otra. Uno está buscando en los archivos del
conocimiento objetivo aquella cuestión que tanto le preocupa, y ya no
le preocupa, y en cambio se ocupa de descubrir cuál es el motivo de su
incomprensión e ignorancia al respecto.
Allí podemos ver muchas caras, distintas morfologías, pero en el fondo
todos somos lo mismo. Nos hermanamos más y más, ampliando el círculo.
Ya no somos solo los de aquí, los de este grupo, concretamente
ubicados en el plano tridimensional, los antiguos atlantes, ahora
somos todos miles y miles de manos unidas en el cosmos.
Y cuando esa comunión se realiza, en ese mismo momento, se produce un
gran impacto energético. Todas nuestras mentes reciben un fuerte
impulso. Nuestros cromosomas, nuestro ADN, están vibrando con mayor
capacidad, si cabe, vibratoria.
Nos damos cuenta de lo absurdo que es a veces nuestro planteamiento
subjetivo. Nos damos cuenta de muchas cosas, pero también nos estamos
dando cuenta de lo importante que es la unión, el amor.
En esos instantes, rápidos, fugaces, estamos participando de otros
conocimientos al instante. Esta energía que vibra en nuestro interior
nos permite ese don de la ubicuidad. Todas esas experiencias que en
segundos estamos llevando a cabo nos enriquecen y fortalecen, y tarde
o temprano aflorarán al consciente. Justo en el momento en que nuestro
pensamiento esté equilibrado y armonizado.
Nos damos cuenta, además, de que somos indestructibles. Que nada puede
causar ningún daño a nuestras personas, a nuestros seres queridos, a
nuestros enfermos. Nada puede hacerles daño por cuanto ellos también
son indestructibles.
Desde este punto del pensamiento, tan poderoso, desde esa fuerza que
se genera irradiada a través de la piedra simbólica y original,
situada en la nave, en nuestra nave, se están irradiando todos los
cuerpos. Aprovechando también para corregir desviaciones, posibles mal
funciones.
En el futuro necesitamos un cuerpo sano: sano de pensamiento.
Principalmente porque si nuestra mente está sana, eso es, está
equilibrada y en paz, ella misma sanará nuestro cuerpo físico y lo
recuperará sabiamente.
De todo eso somos conscientes aquí y ahora. Demos gracias al cosmos
por ese instante bendito que nos permite estar unidos en el amor. Al
mismo tiempo, llevemos un pensamiento amoroso hacia todos los hermanos
que nos están ayudando en este proceso.
Mandemos un pensamiento amoroso también a aquellos hermanos que aun
dentro de su angustia no se dan cuenta del gran momento cósmico por el
que estamos atravesando.
Amémosles a todos con todas nuestras fuerzas. Que son muchas cuando
las mismas parten del centro mismo del corazón. Amémosles mucho porque
amándoles mucho, respetándoles mucho, nos respetamos y nos amamos a
nosotros mismos.
Empezad a comprender el significado de la adimensionalidad, tenemos
ahora también una oportunidad. Pedir a nuestra mente que tarde o
temprano active los resortes adecuados como para que esa información
nos la devuelva de forma consciente.
Hagamos el propósito de que nuestra existencia sea necesariamente
feliz. Pensemos en que no tenemos ningún motivo para ser infelices
o para sentiros desgraciadas. No puede ser, el hecho no tiene sentido
que pensemos en nada negativo.
Nada de lo que suceda es tan importante como la comprensión que de
ello se pueda derivar. Tanto si viene de un punto u otro del espectro
psicológico. Todas las experiencias son interesantes e importantes.
Agradece vivir este momento, este momento único. Nuestros cuerpos,
también, están vibrando mucho más elevadamente. Formamos un núcleo
compacto. La energía amorosa se expande por todo el cosmos,
corrigiendo a su vez desviaciones, y propiciando el acercamiento. Y
ese punto ahora es muy importante porque con nuestra llamada estamos
dando aviso a infinitas civilizaciones, que se están apercibiendo de
que existimos, de que somos iguales. Estamos llamándoles la atención.
Nuestro pensamiento es tan potente, tan rico espiritualmente, que es
capaz de situarse instantáneamente en los confines del universo, y
captar aquellos pensamientos afines también. Y eso genera una gran
rueda, una gran esfera. Una gran esfera compuesta de un infinito
rompecabeza holográfico cuántico de vibración de adelanto.
Así que hoy:
Hemos corregido algunas desviaciones de tipo físico en nuestro organismo.
Hemos aumentado y fomentado la hermandad entre nosotros,
Hemos allanado el camino hacia la recuperación de nuestro pensamiento
y, por lo tanto, de nuestro hogar cósmico.
Hemos fortalecido los vínculos en la hermandad de todas nosotras.
Y al mismo tiempo:
Hemos extrapolado y lo estamos haciendo, nuestro pensamiento hacia
todos los confines del cosmos.
En definitiva:
Hemos realizado un gran acto de amor cósmico, un gran acto crístico,
una perfecta comunión.
Poco a poco nuestras mentes empezarán a tomar consciencia de nuestro
cuerpo físico. Con suavidad, sin sobresaltos, debemos volver al
estado físico concreto. Es nuestro lugar aquí y ahora, No podemos
evadirnos de esa realidad en minúscula porque, haciéndole frente, es
cuando realmente entendemos el procedimiento. Unamos todas en un
pensamiento común, en nuestra realidad.

Besos,
Belia



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